25.8.06

QUERIDO ABRIL

Querido Abril: Ya es Agosto, y sin vos… otra vez. Quisiera poder dedicarte estas palabras, que no son más que eso en los hechos y a la vista corta, pero que en realidad, contienen cosas mucho más significantes letra por letra. Sinceramente, no sé cómo empezar. Se me torna difícil imaginar lo que dibujará la tinta al adelantarse mi mano en el papel, y esta sensación que me desgarra por dentro... se asemeja a una simple conversación donde es mi turno para hablar y mi voz está dispuesta a resonar en el silencio. Ya se cansó de esconderse entre los dientes y la lengua, ahora comienza a escucharse, finalmente, después de tantos años. Pero frente a mis ojos no hay rostro, no hay mirada hacia dónde dirigirse, no hay recuerdo de ella siquiera que disimule su presencia y esboce la figura deseada. No hay oídos, ni boca, ¿quién sabe? El tiempo puede carcomer desde el cuerpo hasta el recuerdo. La pregunta me deja tan amarga la garganta, y la saliva se me vuelve más espesa que antes, pues conlleva el peso de saber que este interrogante sólo empieza y termina en sí mismo. A mí nunca me gustó la retórica, menos si realmente no cabe duda de que estas palabras están luchando frente a un imposible, contra algo inexorable (“algo”, nunca voy a poder llamar las cosas por su nombre). Sin embargo, después de todas estas dificultades, voy a hacer un intento para darle forma a esta voz que insiste en fluir entre las líneas. Los calendarios sólo me hacen pensar en fechas y cálculos; se suman, se restan, pero siempre quedo atrapada dentro de uno de esos cuadraditos que tenemos por días. Ya estamos en Agosto y falta poco, muy poco. Cada dieciocho mis pies retornan a la tierra, a mis raíces. En ese momento es cuando se produce el aterrizaje forzoso, de inmediato. Y sí, quedan heridas de la brusca caída pero eso no es lo que importa, sino otra cosa que no se quiere ni nombrar. Prefiere seguir escondiéndose en la garganta y quedarse quieta allí, no vaya a ser contagiosa... Me gustaría imaginar, poder hacerlo un poco más de lo normal; terminar de dibujar esos rostros borrosos. A veces sueño con salir a la calle, caminar hasta el kiosco y entre ese lapso de tiempo, ese recorrido corto, encontrarme entre la masa de gente una figura conocida. Descubrir que la física no me abandonó en el deseo y me demuestra que las formas se pueden repetir y asemejar. Pero dentro de ellas, ¿qué se esconderá? ¿Existe un adentro, una vida, una manojo de hilos, de hechos entretejidos que le den sentido a las conexiones? Si se pudiera recortar el deseo y pegarlo en figuritas móviles, llenando la vida de álbumes, decorándola con el recuerdo y reconocerle a él todo lo que se es hoy; merecer el pasado, retribuirle unas palabras... yo lo haría, me gustaría poder hacerlo. Pero el cigarrillo y la pena arden más que cualquier pensamiento e idea vaga... hay que saber elegir entre quemarse y huir de uno mismo. Y yo siempre fui una persona muy indecisa, prefiero quedarme con las dos cosas o ninguna.A veces creo (y ese verbo tiene más poder), que un día rebotando mis pasos en el suelo como quien quiere bajarse del mundo, salirse de él, saltar para no tocarlo, voy a lograr reencontrarme con mi figurita, esa que tengo perdida, la última que me falta para cerrar el álbum y poder guardarlo entre esos tesoros del alma, tenerlo bajo la almohada y dejarme soñarlo. Poder escuchar esa voz para acordarme cómo es la mía, tocarme la piel y saberlo conmigo, mi creador y responsable de quien soy yo. Pero, todo termina con peros; y “papá” siempre va a ser una palabra con telarañas...Papá; mi querido Abril. Te imagino yéndote, caminándome al lado y yo sin notarlo. Me gustaría saberte ahí. Yo ya pensaba en cómo serían los días: aquel momento en que te dijera que sé lo que es amor, el odio, lo que es la lucha y el sufrimiento, lo que es desgarrarse cada día por la vida. Disfrutándola así de ambigua como es, pero pensando que iba escucharte decir unas palabras, de consuelo, de experiencia, de cariño. Y no hay una, ni una que recuerde... la mente humana puede destrozar la memoria y este cuerpo es inútil para contenerte, hasta a veces se avergüenza de saberse títere del mundo y producto de él. Pero bueno, papá, salgamos a caminar uno de estos días, así te muestro qué tan cambiado está, hacia qué dirección gira y cómo lo sé transitar, descubrir, explotar. [Hasta ahí llegó... por ahora]