26.10.05

UN 16 DESPUÉS

16/07/05 Señor/a que lea esto, usted sepa perdonar coordenadas del tiempo. Pero, para aquel ausente que se reconoce por su nombre, ojalá signifiquen los números, barras y letras. Y puntos. Y (...)
“Cuidado al descifrar este bosque de símbolos”. [2:53 AM]
Miro cómo se consume lentamente mi cigarrillo, cómo la ceniza va cediendo al fuego y cae intervenida por el viento. Es en aquel segundo cuando la imagen que proyectan estos inútiles ojos que ven lo primero que se les presenta, se detiene súbitamente. Deja atrás los relojes, el movimiento, el aire, la vida. Ahí es cuando me pregunto este alrededor confuso y engañoso. Seguir fumando este acelerador de muerte o dejar todo esto que daña por gusto propio. Al mismo tiempo en el que escucho el zumbido del silencio, titilando al oído y temblando por el próximo suspiro, mi cabeza continúa haciendo tic-tac infringiendo el límite con el tiempo, surcando las manecillas de este reloj que cargan mis huesos, mi espalda y todo el vulnerable cuerpo. Se hacen cenizas mis pestañas. Es en ese entonces cuando mi mano se adelanta al pensamiento y absorbe mi boca una pitada más de tabaco. He decidido seguir con este masoquismo disimulado por el filtro y someter un mundo al daño inquirido. Se consume el cigarrillo al mismo tiempo que todo este sueño escrito se va borrando hasta su deterioro completo, perdiendo el sentido. ¿Es una cuestión de naturaleza provocarnos dolor? Consumirnos desde sustancias y cigarrillos, hasta en lo más puro, el amor. Es simple... esta lapicera, esta mente seguirá escribiendo mientras las palabras caerán en el hondo abandono. Y quedarán cenizas de este fuego que ahora arde. Si envejece el papel, si cortan el árbol, si raspan mis manos y tapan los ojos... etcétera. Luego siguen las temibles consecuencias. Algún día morirá la tecnología y volveremos a la piedra y la madera. Sin embargo hoy, este lapso, este suspiro, se esconde tras la última palabra entonada. Vuelven los ruidos de los sobrecitos de azúcar y el vapor que emana el café caliente. Giros, vueltas, colores y espuma, se revuelven con esta cucharita. Yo pienso cómo todo este mundo está sumergido en mi taza, dentro de mi cortado. Sorbos: me trago las palabras, las ideas y mi cuerpo. Este color amarronado... este sabor embarrado. “Nuestra historia está marcada hasta en las manecillas del reloj. Mi mirada continúa perdida en algún rincón donde una vez me creí escondida”. [3:15 AM de un día 16 del mes, EN PUNTO] -Zapateo mis pies, ellos también hacen tic-tac. Esto es un reloj, TODO es un reloj que no para de girar y darse cuerda solo.- La silla retumba en el piso como advirtiendo la vuelta a la tierra, a las raíces, y la sonrisa reclama batalla: ¡Regresar al aire! Elevar los pies, tocar un cielo prefabricado. Alzar las manos y así ver hasta dónde llegan... Pero este cuerpo es una cárcel de lo que profundamente soy y me impide tocar lo que sueño. -Ahora el suspiro aliviante que refleja mi orgullo de haber derramado todas estas palabras en el blanco cuadriculado, de haber pintado estas victorias sobre mí. A pesar de que mis ojos también son otros presos más del tiempo, ellos sólo se agitan con el latir de este corazón.- Frente a mis ojos, un vaso con soda. Mi cuerpo revive entre cada sorbo de agua y siento cómo recorre todos aquellos lugares del mismo. Mi paladar, mi lengua, degustan las burbujas y su sabor limpio. La nada, el aire, a veces es preferible a cualquier beso muerto o vestigio de piel destrozada. Me voy disipando. Primero cede mi mano derecha, luego se hace cómplice la lapicera con su caída. Descansa mi mente y comienza a mecerse con el péndulo del reloj: los vaivenes de los tic-tacs me tientan y me prohíben llegar hasta el otro punto anhelado. “He perdido”; mentira, mi cuerpo perdió. Mi alma reside todavía acá, entre estos renglones y versos. Ella no se rige por relojes, ese es mi único alivio. Si este mundo ha decidido girar y girar las mismas horas, yo me hago a un lado y abandono este circuito, este ciclo repetitivo. Cuando hablo de “yo”, no me refiero a este cuerpo sin nombre, sino a la fuerza que impulsa al gran titiritero dentro de uno. Mi cuerpo esperará volver a desenfundar la pluma; la tinta, escurrirse en las palabras y satisfacerse con hechos. Entonces repito nuevamente que este estuche es una jaula, un dictador. ¡Alma rebelde haz tu revolución! Y que nadie me quite mis sonrisas, hadas clandestinas que repican sobre la felicidad.
“Guardo mi lapicera entre los anillos del cuaderno. Hacen zig-zag las ideas y futuros cuentos en forma líquida”. [3:50am]
Mi cuerpo tiembla, producto del cigarrillo, ¿o acaso porque hace -3º? Junto con él tiembla mi alma, miedosa de que este termine su manifiesto material. Se dibuja el humo y mis dedos producen una lluvia de cenizas. -Ve caer tus restos en la mesa- me digo a mí misma.
“Lleno el cenicero, vacío el atado y una caja de recuerdo”. [4:02am]
Agarro mi abrigo, hace tanto frío allá afuera como dentro mío... y las pelusas de mi bufanda se pegan al pulóver como recuerdos que no quieren terminar. Me voy, me fui.
“¿Por qué no venís?” [4:10am]
*malditos formatos del blog...

ANTES DE DORMIR

Me despierto nuevamente sola, abro la ventana, me paro, me visto, me lavo los dientes, no como para ahorrar tiempo, me peino, agarro mi mochila y algunas monedas para comprarle unos caramelos... finalmente salgo al reencuentro. Camino las pocas cuadras que nos distancian y al ver Azcuénaga comienzo a imaginarme cómo estará vestido, qué estará haciendo. Me paro delante del portero eléctrico, 5º "B"; espero. Quizás hoy no halle voces, sin embargo no desisto de insistir con mi deseo. Ring... digo Eli y automáticamente se abren las puertas del edificio. Me detengo frente al ascensor, veo los números rojos dudando con angustia si aumentarán las cifras o disminuirán. Espero los dos ceros, para comenzar otra espera más. Suben los números conmigo: 1, 2, 3... hasta las paredes comienzan a contar. Antes de llegar al quinto me miro en el espejo, me arreglo el pelo, me sonrío entusiasmada y cierro la puerta del ascensor. El aroma a coco no hace más que tentarme a entrar a donde quién sabe qué me deparará hoy. Timbre con canción; nunca sé cuánto tiempo exactamente tocar para no molestar o para que la musiquita acabe justo. Me tumbo nerviosa en la pared a esperar de nuevo. Finalmente se abre como develando un misterio o un tesoro y ahí está él, sonriendo. Dirigo mi boca hacia la suya pero me esquiva. Ahora es cuando recuerdo día, hora, mes y el hecho de que no me ama. Intentando disimular la incomodidad lo abrazo, buscando además un consuelo para mí. ¿Cómo pasó que mis manos se perdieron en las suyas, dónde habrá quedado la persona que sentía lo que yo? Camino y traspaso los pasillos con un cartel en la frente diciendo EX en letra negrita. Formalismos y pasos rápidos hacia el cuarto, el único lugar que es mío de esa casa. Mío y nadie me puede negar que esas paredes, pisos, techos, ventanas están tapizadas conmigo. Inútilmente creo que él sigue siendo mi hogar, mi sitio, mi templo, mi espejo; pues yo no poseo nada si aquello (aquel) no quiere pertenecerme.Las charlas se dan entrecortadas por un cigarrilo mío, factores diarios que interrumpen (teléfonos, gritos, pedidos) y mi voz temblorosa diciéndole "acercate más". Lo hace y mientras surgen fluídamente las palabras me acerco lo más posible. Él se aleja, entonces me percato nuevamente la hora, el día, el mes y que ya no me ama más. El año me lo confundo, 2004, 2005, se asemeja lo vivido, el escenario, los actores y las escenas. Lamentablemente aseguro lo que me va a pasar, le va a pasar, lo que voy a sentir y él no va a sentir por mí.El aire tibio se transforma en un perfecto somnífero acompañado por la música, entonces la charla y las almohadas nos obligan a acostarnos. Él cierra sus ojos de vez en cuando, así siempre termina durmiéndose. Cuando finalmente lo hace, yo hago tic-tac con mi cuerpo: tic... me alejo de su boca, tac... me acerco. Sería tan fácil robarle un beso pero no... si no es mi nombre no es mi victoria, NO ES MI PLACER. Apoyo la cabeza opuesta a la suya. Miro el techo y me pregunto por qué no podemos ser como él, seguir sosteniéndonos conjuntamente entre nosotros sin dejarnos repentinamente caer, evitar desmoronarnos. En ese momento es cuando me repito referencias de tiempo y la razón por la que no estamos juntos. También me acuerdo de mi imagen que quería pegar en el techo, las palabras, la poesía ilustrada en mi nombre, la sonrisa del eufórico amante satisfecho. La eterna mirada y los besos de sus párpados. Recuerdo en la risa esa sensación de hadas repicando mi vientre y cosquilleando hasta los rincones de mi ombligo. Sé que nada está muerto, que sólo están en coma los sentimientos; y yo puedo despertarlos. Repito todas estas palabras y acciones hermosas, hoy abrumadoras, sintiendo el peso que siempre van a conformar en mí.Luego de rendirle aquel culto al amor, me llevo un cigarrillo a la boca. Soy lo más cuidadosa posible pues temo despertar con el chasquido del encendedor o asfixiar con el humo a quien se sabe amado mientras descansa a mi lado. Me lleno la boca, el paladar, la lengua, los dientes con el humo. Saboreo, algo siento por lo menos más que este laxante de besos llamado desamor. Más que este plástico con el que él me abraza y me esteriliza, más que estas manos sin rumbo y este corazón sin sentido.Lo miro, lo tapo, diviso un leve movimiento y deseo ansiosa que me roce, que me llame, que me esté pidiendo. Fracaso; acomoda su almohada. Me doy vuelta y su brazo comienza a rodear mi panza, siguiente a esto yo lo veo y lo beso en la frente (más abajo no puedo llegar, puso candados en su boca para mí). Todo lo hago suavemente, no quiero arrebatarle su sueño. Quizás él pueda soñar algo más real que la vida que yo llevo despierta. Tal vez sus aventuras dormido le sean más interesantes que la vida que yo sueño devuelta con él, la rutina más hermosa, la de ser amada.Espero cigarrillo tras cigarrillo, tic tras tac, que él despierte. "Hola mi amor", me bese y pueda ser que tenga ganas de hacer el amor. Sin embargo, estos deseos tienen un gusto edulcorado, los siento todavía más artificiales que los esbozos que dibujo en su cuerpo. Mientras me cautiva sintiendo que respira en mi oído, voy cayendo en la cama, más profundo todavía. Abruptamente me levanto, se desvanece el sueño que estaba teniendo despierta y sus particulas huyen para esconderse en mis pupilas. Ilusiones; qué cuerpo frío es el que envuelve su corazón apaciguado del mío. Pienso para mi adentro dirigiéndome hacia él, "yo te conozco, envoltorio como relleno. A pesar de esto, hoy te siento simular que soy una desconocida". Tic-tac, tic-tac. Si caigo dormida tengo miedo de despertar inconciente del día, hora, mes en que no me ama. Tic-tac, factor interrumpe mi estadía. No quiero ocasionar el accidente de que mi cuerpo se subversione y provoce revoluciones en él. Me calzo, agarro mi atado casi terminado y tiernamente lo despierto. "Ya me voy", él se sorprende. Me entretengo jugando a la amistad y tardo más. Inúltimente espero que me pida quedarme, eso es algo que no puedo controlarlo, son esos deseos rebeldes. Miro el reloj, el cielo, su cara y toco mis ojos. Comienzan a pesarme y mi cuerpo rechaza fumar, se siente áspero, quiere humedad. Él camina pasos al costado y luego baja el picaporte como una vez más de las tantas que ya lo ha hecho. Yo temo lo que al abrir esa puerta se pueda desatar. Si salgo ya no estoy en donde debería, en él, conmigo. Si salgo, estoy perdida en las noches, celos, reproches y besos ajenos... Si salgo me daré cuenta con cachetazos el día, la hora, el mes y que no me ama. Si salgo, dejaré de ser y pasaré siquiera a estar.A todo esto, ya es tarde y el portazo resuena tanto como el adiós. Las cosas se dejan detrás de la madera junto a demás cerrojos y cadenas. Puertas y más puertas atravieso hasta salir a la calle. ¿Libertad? Para él libertad, yo estoy perdida acá o allá, entre laberintos de semáforos, cuerpos y baldosas. Los carteles de neón sólo me iluminan más la frase -ESTÁS SOLA-. Bajo la cabeza, mis pies caminan sin destino cierto, me siento colgando de quién sabe qué, totalmente en la nada. Paso, paso, paso, tic-tac, tic-tac, tic-tac... pensar cuántas veces caminé estas veredas, caminé su boca, me encontré en su cuerpo. Contraponiéndose a todo lo anterior, sé que si hoy miro hacia atrás, ya no voy a ver nada -quizás al llegar, escucharé el teléfono sonar y lo detonaré al no ser pronunciado un específico nombre-. Al bajar la cabeza mientras camino, denoto en la calle el día, hora, mes en que me dejó de amar. Entonces yo escribo, miro los calendarios y presumo fecha en que yo dejaré de sentirme culpable de quererlo hasta en la punta de su pelo. Luego me acuesto y me duermo, creyendo, esperando que mañana yo despierte en sus ojos y estos sean dos espejos que reflejen la figura de los amantes. Entonces, yo espero... P - E - D - R - O ojalá no supiera pronunciar