Miraba fotos viejas, rostros cariñosos, risas polvorientas... me hacían cosquillas, creía sonreirlas de vuelta. Pero no podía, me faltaban compañías. Creía haber perdido algo, creía mi vida un error porque mi vida no entraba, no reflejaba esa foto, porque el amor que había ahí representado no alcanzaba el de ahora, no me iluminaba la boca.
Pensando, estupida, que la vida era una foto, que un momento era el todo, que el amor era un rostro viejo. El amor debería estar más estimado en su presente y dejar de sobrevalorar el pasado.
Cuando entendí que yo no era una foto, una idea, un cálculo estático de mí misma, me repetí varias veces "ilusionate de la idea, enamorate al practicarla".
Quiero ser feliz, sólo sé eso.
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