Leo la historia de mi vida pegada al papel, intento descifrarme, ver hacia donde puede llegar, qué va a pasar en el final. Angustiada pero ansiosa.Leo y sigo leyendo, buscando encontrar una unión en cada parte, buscando reunirlas y dejar de llorar las piezas faltantes.
Leo y me olvido que afuera hay un mundo, quiero olvidar que el que yo esté ahí o no da igual. Leo. Ya pasaron dos meses y ayer fue hace tres días. Leo; pero ¿qué carajo estoy leyendo? Un testamento, una historieta, una revista de chimentos, un diario íntimo... Un personaje sin vida que se mueve al ritmo de una mano que escribe, que mancha la hoja a su antojo. No soy más que lo que quise ser y no pude. No pude; n-o-p-u-d-e. No soy más que una ridícula muñeca de trapo que terminó sirviéndose de lo único que le quedó: como todo trapo terminó limpiando el piso.
Me releo una vez más, y quiero llorar, quiero rodar, quiero caerme a un pozo, enterrarme, regurgitar en recuerdos. Quiero poder más que esto que dibujan mis dedos, como la imagen deseada inalcanzable.
Quiero recomenzar, desde ahora y para siempre. Volver a respirar unos buenos aires.