(...)
Y me vuelve un recuerdo en forma de perfume,
se mezcla con ese gusto viejo y repleto de cosas,
se vuelca en un espiral,
una taza de té,
un campo,
una noche,
estrellas;
Y me vuelve un recuerdo,
me moja los labios y penetra,
se acomoda detrás de los dientes...
ya lo siento en el paladar,
chocando contra la lengua,
queriendo entrar,
llegar más allá de la garganta,
anidarse en mi panza
y fecundar vida pasada
que trascienda el recuerdo,
que despliegue raíces,
me abrace el vientre
y me permita engendrar
algo más allá de mí,
de lo que soy como esta unidad toda corrupta,
parte de todos y de nadie;
Y me vuelve un recuerdo,
planea en el aire,
se cae en mi piel,
retumba tan fuerte
que traspasa la corteza,
que parece mi cuerpo quien golpea el afuera
y en verdad
es algo adentro mío que patea,
que quiere decir su primera palabra,
que quiere despertar dos mundos en sus ojos.
y aunque a veces yo no lo quiera ahí latiendo,
late ese pequeño eco de vida
en un nombre,
un brazo,
una pierna...
un corazón,
unos ojos chiquitos
que esperan abrirse y crecer
para abarcar por completo el mundo,
que sueñan futuro desde el presente
y por eso se sienten dueños de todo.
Ambos palpitamos al compás la misma vida,
fluimos juntos de la misma cuenca
aunque no desemboquemos en el mismo lugar.
Sin ese recuerdo no soy nada,
le debo todo,
vivir mi vida en su homenaje,
concebirlo cuantas veces
pueda disponerlo en mi cuerpo,
le debo mi vientre: su eterno hogar y el mío.
No soy más que esto que engendro y sueño,
que este castillo de papel en el que reino.