8.12.08

CÍRCULO VICIOSO

Si me pierdo, me busco... nada de dejarme sola dando vueltas por ahí, por dónde no me sé presente. Pareciera un precepto insulso, pero no; ¿cuántas veces perdimos de vista lo que estaba frente a frente?
Así perdida, extrañada de mí misma, busco encontrarme en las cosas que me rodean, en las cosas que elijo, que vivo, que lloro. Resulta paradójico que aún de esta manera vaya convirtiendo en más ajeno lo propio casi sin darme cuenta. Dejándome a un costado, lo que soy y lo que toco, me pongo bajo la lupa, me voy estudiando y finalmente concluyo en que no soy más que un error de cálculo.
Y la rutina nauseabunda que irrita en medio de la garganta, amenazando con escupir cualquier otra cosa que no sean palabras, es la única que me hace saborear el día. El día que no tiene otro verdadero nombre más que el anterior, que el ayer, y se borra a sí mismo con sólo nombrarse. Se escribe y se borra dejando la hoja marchita de un ramo de vidas, flores que fueron cortadas antes de tiempo, antes de envejecer solas, para mostrarlas perecer en una vitrina de vidriosos ojos que miran la belleza de poder decidir las muerte ajena. En esta flor arrancada, uno se vuelve igual a ella, termina siendo el mismo cadáver fragante que deja su rastro, sus colores, como lo hace un moretón al pasar de violeta a verde. Y se ofrece contento al suicidio.

Sólo me queda pensar que somos una gran herida infecciosa, abierta de par en par como las piernas de una mujer a punto de parir. Una herida que pide ser entera, consumarse viva o muerta, con el cuerpo vivo o muerto, pues da igual al final si el sol deja la huella de una inmensa oscuridad, si su vida no es más que una progresiva muerte y cae rendido antes los pies de quien combate.
¿Qué habrá más allá de lo que no se puede tocar? ¿Qué cosas me esperarán al pasar la página? Y si nunca me encuentro en alguna contratapa, mirándome de espaldas, surcida mi columbra vertebral al lomo de un libro o repartida en mil millones de palabras; sino, ¿qué? ¿Qué pasará si no soy más que el día, más que ese cadáver que dejo fallecer en el florero y que espera retomar su color original, el color de la tierra? Después de todo, ya dije que la luz no es vida si realmente no es más que su progresiva muerte.

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