Deberías conocer cómo es que ese dolor crece y se te hace amigo, viviendo de tu mano, comiendo de ella. Y es que pasa el tiempo y no le basta; termina por masticarla entera.
Yo vivo sintiendo que hoy por hoy sólo camino dando una vuelta sin pies ni cabeza.
Vivo creyendo que al mundo lo conozco pisado y no le encuentro a mi huella, dentro de él, un espacio. Y los días se resumen a ir caminando trabado porque no alcanzan los dedos la medida del zapato. Medidas de huellas ausentes... es tener que llevar unos usados. No hay plata para nuevos tampoco tiempo, caminar es hoy, ahora.
Y a los pies... se los va a llevar el viento.Quizás al dar la vuelta ya no esté más; quiero quedar en esta hoja por lo menos. No ser parte del blanco, quedarme en la risa y llegar hasta el polvo, hacer unas cosquillas y retornar al aire.
Prefiero ir descalza y que el mundo me ensucie los pies tal y como es. No mentirme con las superficies. Con nada más, me cansé... De ver y no ver. Quiero los ojos claros y limpios para saber mirar y dejar que me miren. El poema es uno hecho símbolo, me dijo mi vecino caminando por ahí...
El poema llora, sangra, muerde. Se desliza, grita, pellizca.
El poema hace cosquillas y así como da risa también lastima.
Los poemas curan, ese nudo silencioso que atrapa al alma entre las cuerdas vocales.
Curan la piel reseca, la garganta ronca, los dedos fríos. La resaca del mundo.
Curan mi palabra de una gran pared fría, de tanto rincón y mirada vacía.
Y así como curan, lastiman... Bien simple. De pared hacen castillo, y muro de Berlín. Se entrecruzan unas letras y sangran los poemas.
Al final, al principio y durante, los poemas se respiran y llegan como todo, tocan por dentro y fuera.
-----Si se lee lo naranja se puede armar una rica ensalada de frutas.
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