18.7.08

DOS ENFERMOS

Hay cosas que sólo pueden ser perfectas al verlas,
e intentar tocarlas significa romperlas.
Y es así cómo el amor que imaginamos
ni bien tocó la piel se destruyó.
No hubo caricias perfumadas,
ni abrazos perpetuos.
Sólo fiebre, efímera e insulsa
que ataba dos enfermos a una cama,
cada uno de espalda en distintos costados
sin querer verse la cara.
Como si fuera crimen compartir la mirada.

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