Dijo "yo me quiero morir" y el cuerpo le tembló. El cuerpo se retorció, quería volver en sí, dejar de mutilarse él mismo con esas palabras. Agradeció tanto que todavía algo de adentro le dijera que no y que pudiera sentirlo. Agradeció que pudiera llorar todavía las cosas y alegrarse de ellas. Agradeció que aún así, rota en mil partes, tuviera ganas de recoger los pedazos y volver a armarse. Pero por sobre todo, fue sentir en la espalda, el abrazo de una mano distinta de la suya.
1 comentario:
Estos últimos dos me dieron ganas de escuchar un tema de lisandro, uno que queda increíble cuando los pones alunisonos, te recomiendo cedas ante el comentario (“para vestirte hoy”)
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